Crónica de una “friendzone” anunciada

Creyó que había sido lo suficientemente clara con él, pero allí estaba una vez más, bregando con la carga emocional que supone rechazar por enésima vez a un pretendiente y se sentía algo incómoda con eso. Una semana antes, algo fastidiada de tanta insistencia, le había espetado un NO rotundo que se escuchó en Europa y en el mundo entero; sin embargo, el muy iluso no quiso interpretar un hat-trick como NO por respuesta y como hay quienes nacen para masoquistas, él prefirió hacerse el loco y siguió insistiendo.

friendzone

—Sus desplantes me inspiran a seguir creyendo y su aborrecer me obsesiona y fascina.— Se dijo, autoconvenciéndose de que insistir era lo correcto.

Primero trató de impresionarla presumiendo de valores y que sentía orgullo de no ser como su vecino que no sabe de pasión ni de sentimiento, que es más prepotencia y arrogancia que otra cosa, que él era el bueno, el humilde…

—¿Humilde?— Lo interrumpió ella, algo fastidiada de tanta perorata.

—¿Acaso no sabes que la humildad se pierde justo en el momento que se empieza a presumir de ella?

Aquello lo desarmó por completo y no alcanzó a decir nada a su favor ni en su defensa.

—La he cagado. — Musitó avergonzado.

El Atleti no se iba a dar tan pronto por vencido, e inmediatamente echó mano del viejo truco de victimizarse para inspirar lástima, porque algunas así aflojan, tal vez la Champions, se conmovería y cedería ante él.

Un “Decidme qué se siente” fue suficiente para hacerse la víctima. Lo que era una pregunta común y corriente, frecuente y cordial, cuya única intención era mostrar interés y preocupación por el estado anímico del vecino, fue tomada como una ofensa. Eso le pasa al Real Madrid por ir de educado y gentil, la próxima vez, ni el saludo ni agua.

No conforme con indignarse por aquella inocente pregunta. El Atleti, en su papel de víctima, también quiso hacerse el menos favorecido, el que va por la vida mereciendo todo y nadie le regala nada, al contrario, el fútbol le debe una Champions. Pobrecito, el equipo del pueblo, el de bajo presupuesto…

La Champions volvió a interrumpirlo:

— ¿Pero qué me estás contando? Si ya te he visto en otras ocasiones mandar “al carrer” al Bayern y al Barcelona, equipos con mayores recursos que tú, así que el pretexto del presupuesto, – perdóname- pero no te lo compro. A otro perro con ese hueso.

—Maldita sea. La he vuelto a cagar.— Renegó cabreado el Atleti.

En un arrebato de desesperación, pensó que era buena idea hacerse el incomprendido, ya saben, después de la amarga derrota que su máximo y eterno rival le había asestado, había que salir del mal paso de alguna manera y un “saber ganar, saber perder, no lo pueden entender” era el verso ideal en medio del traspié. Con el ego herido, también escribió una frase no tan elegante, pero asimilable: “Orgullosos de no ser como vosotros”, supongo que para disimular un poco la envidia y la rabia contendida.

Ante todo ese revuelo y conmoción que el Atleti había provocado, la Champions no quiso hacerle el feo otra vez, al menos no de una manera tan brusca.

Entonces se volvieron a ver. Ella le sonrió y fue amable con él, durante unos 20 minutos. Él malinterpretó y confundió la cortesía con coquetería y la amistad con el amor, y por enésima vez, cometió el error de ilusionarse.

Tanta delicadeza y cordialidad, lo deslumbró, y como el ambiente de casa lo pone cachondo, no pudo contenerse y terminó levitando en las nubes. Empezó a dibujarle un hermoso paisaje desde el Calderón hasta Cardiff, le hizo promesas de amor, le habló despacito al oído, y creyó que pasito a pasito, suave, suavecito la iba conquistando poquito a poquito… pero como la cabra siempre tira pa´l monte, el Atleti no supo qué hacer y la cagó.

Cuando todo parecía ir bien, un cholo que de galantería y conquista sabe muy poco, le aconsejó al Atleti que tuviera calma.

—Ya casi la tenemos, pero tenemos que ser fieles a nuestro estilo y vamos a darnos un tiempito. La Champions es importante, pero más importante es moler a patada a nuestro rival, ese que ya me ha bajado varias novias, pero hoy será diferente, hoy seré yo quien le baje a esa que ha bautizado como Dudodécima. Uffff ¿12? ¿para qué quiere tantas ese cabrón? Si la Champions se decide por mí, sería la única, la primera, la más especial. Seguro que es por eso que me está coqueteando. Obvio, no quiere ser una más del montón…

Al tiempo que se hacía tantas ilusiones en su cabeza, la Champions veía atenta el acto que él le había preparado. Aquella exhibición del anfitrión, le pareció de lo más ordinaria, excesivamente escandalosa y demasiado “intensa” para su gusto; supo entonces que su lugar no era ese y corrió a los brazos de su verdadero amor, de su primer, único y más grande amor.

No le importó hacerle un desaire más, ni el qué dirán. Huyó hasta la línea de fondo y se puso a bailar con él, con el de siempre, el de toda la vida. Danzó con gracia, clase y elegancia ante la mirada celosa de 3 espectadores que también estaban sobre la pista de baile, pero al parecer tenían dos pies izquierdos y por eso no pudieron marcar el paso de aquel sublime ritmo.

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La contempló desde lejos, radiante, feliz, encantada de bailar otra vez con su rival… con el corazón hecho pedazos, se percató que él no significaba nada para ella, que no le importaba en lo absoluto y que otra vez había jugado con él. Su fingida candidez había elevado al máximo sus más lujuriosos instintos y luego de un solo soplo lo dejó caer. Eso le destrozó el alma. Le dolía más ahora que sabía que a ella no le importaba herirle:

—¡No puede ser! Me lo ha vuelto a hacer la muy cabrona. Otra vez la hija de puta se ha ido con él, pero ¿qué tiene él que no tenga yo? Me cago en todo. Otro desplante más. Esto no lo aguanta nadie. Seré la burla, pero ni mierda, no les voy a dar el gusto que me vea llorar otra vez, esta vez saldré con mi cara de concreto a decir que estoy feliz y con el orgullo intacto, sí eso. Por qué no se me ocurrió esto el año pasado, la puta madre, soy un genio.

—Lo siento, Atleti. En verdad, lo siento.

—No sigas, que me haces daño. Cuando creía que todo iba tan bien entre nosotros, me dejas tirado. ¿Acaso no te da tantita pena romperme el corazón?

—¿Acaso no te daba tantita pena intentar romperle las piernas a tu rival?

—Jajajaja, pero si solo estaba jugando.

—Ese juego no me gusta, a ver si te queda claro de una buena vez.

—¿Por qué eres tan cruel?

—No es crueldad, es sinceridad y deberías valorarla. Entiende que en el corazón no se manda y el mío le pertenece desde hace mucho tiempo a…

—No te atrevas a nombrarlo en mi presencia. ¿Algún día me darás el sí? Sé sincera conmigo, por favor.

—Tú haz la lucha, a ver si me convences algún día, aunque ahora mismo me siento muy a gusto donde estoy.

Era justo la respuesta que necesitaba oír. Ese rayito de esperanza era suficiente para él. Volvería por ella, volvería a creer y ella volvería a ser su más grande ilusión. Un poco más animado, con todo el valor que pudo reunir en ese momento, se aventuró a preguntarle:

—Dime algo, ¿me quieres, aunque sea un poquito?

—Claro que si te quiero…

Al escuchar esto, otra vez ascendió al cielo, entre nubes y coros celestiales, pero la muy hija de pu… rápidamente completó la frase con un:
—Pero como amigos.

¡SU PUTA MADRE, OTRA VEZ ME MANDÓ A LA “FRIENDZONE”!
FIN.

P.D. Comparte esta historia de ilusión y desplante dentro de los próximos 12 minutos si quieres que ganemos la Duodécima, sino, te caerán 12 años de mala suerte.


 

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