El pan y la sal de Zinedine Zidane

Por fin llegó el tan ansiado título liguero y la 33ª Liga española, un merecido campeonato en el que hemos tenido que ganar a una miríada de imponderables, en su mayoría ajenos a Zidane, al club o sus jugadores.

El pan y la sal de Zinedine Zidane

Desde que la temporada echó a andar allá por el mes de agosto y hasta este mismo domingo hemos tenido que asistir a infinidad de debates, muchos –por no decir todos- absolutamente absurdos, pero con el objetivo común de negarle el pan y la sal a Zidane y a su equipo.

El caso del ninguneo al técnico francés ha sido de tal calibre que, ya desde el mismo momento en que el equipo levantaba la Undécima en Milán, se empezó a hablar de la Flor de Zidane, que si todo aquello había sido producto de su buena fortuna.

Ni siquiera el impresionante aval de ganar una Champions, una Supercopa Europea y un Mundial de Clubesy ahora una Liga en apenas 17 meses de trabajo al frente del equipo le han supuesto el más mínimo gramo de confianza para la prensa. Nada, absolutamente nada de lo mucho y bueno llevado a cabo por el técnico galo ha encontrado reconocimiento alguno. Más bien todo lo contrario.

A pesar de su dilatado currículum, atesorado en tan poco margen de tiempo, la Prensa (lo que equivale hablar del Antimadridismo) le negó la más elemental confianza. Ni el récord de victorias consecutivas en Liga (16) ni el hecho de que el Madrid estuviese más de 40 partidos invicto, algo que se mantuvo desde marzo de 2016 hasta enero de este mismo año, le han hecho acreedor al más mínimo de crédito.

Más bien todo lo contrario. Se continuó con la absurda pantomima, alimentada desde el mismo instante en que se sentó en el banquillo madridista, por la cual detrás de su excelente planta no había más que una sonrisa y una excelente mano izquierda para bandearse entre la mala baba de las preguntas de los juntaletras del Régimen en las ruedas de prensa.

Además de ser el entrenador que no pasó de empatar en La Roda, algo que como los vaticinios que hizo el ínclito Julio Maldonado, “Maldini”, sobre Modric, perseguirá de por vida a Isaac Fouto, Zidane no era más que una pantalla desesperada de Florentino Pérez, el “póster” de la Novena, un tipo que no podría hacer una labor que sólo alguien como Xabi Gracia podría hacer.

El machaque sistemático al técnico galo ha sido constante, por tierra, mar y aire. Se le ha tachado despectivamente de “alineador”, de ser injusto con las rotaciones y en el reparto de minutos a sus jugadores e incluso de estar al servicio exclusivo de los intereses de la Presidencia.

De él se ha dicho que su equipo nunca jugó a nada, que era incapaz de dotarle de un sistema de juego reconocible y que su único mérito ha sido tener contentos a los jugadores, aprovechando que los más jóvenes no tenía valor ni huevos para plantarle cara y protestarle sus decisiones, como digo, injustas.

Sin embargo, tras nueve meses de intensa competición, en la que además de un reparto casi ejemplar –y a la vez desconocido hasta la fecha- de minutos en la plantilla y haber conseguido conformar literalmente dos equipos tan distintos como competitivos para afrontar la temporada, Zidane ha resultado victorioso y su figura, ya de por sí mítica para el Madridismo, ha alcanzado ya tintes de legendaria.

El francés ha entrado por derecho propio en el Olimpo de los mejores y más exitosos entrenadores de nuestra historia, al nivel de personajes como Miguel Muñoz, Mourinho, Del Bosque o Molowny. Sus datos, absolutamente demoledores, ahí están para demostrarlo.

Con él en el banquillo blanco, el Madrid ha disputado 86 partidos, con un total de 64 partidos ganados, 15 empates y tan solo 7 derrotas, que le permiten presumir de uno de los porcentajes de porcentaje de triunfos sobre partidos jugados de casi un 75%.

Contra todo y contra todos

Pero es que el mérito de Zinedine Zidane llevando a su plantilla a la consecución de la Liga y, de momento, con la posibilidad firme de lograr una nueva Champions para el Madrid, va mucho más allá.

Haberse proclamado campeón de Liga ante todo un Régimen, corrupto y podrido hasta el más nimio detalle, va más allá del mérito deportivo y entraría de lleno en la auténtica heroicidad.

Ganar, siquiera por tres puntos, a uno de los peores Barça que recuerdo en esta década, en una época en la que se desataron como nunca las ayudas arbitrales, algún día será valorado como se merece cuando, pasados los años y acabé -porque acabará- este Régimen, analicemos lo ocurrido y sepamos, de verdad, lo difícil que ha sido llegar hasta aquí.

Así pues, sólo el tiempo dará cuenta de la grandeza de este título, ganado entre otros, ante un equipo que pasará a la historia de la Liga por el dudoso honor de haberse pasado una temporada entera y más de 80 partidos sin un penalti en contra y apenas una expulsión, a pesar de contar en sus filas a gente tan altamente sospechosa como Luis Suárez, Mascherano, Busquets o Piqué.

Hemos tenido que asistir a espectáculos bochornosos, dantescos y lamentables en los que el tradicional Equipo del Régimen ha gozado de ingentes ayudas que tuvieron como corolario más repulsivo los dos penaltis con los que Hernández Hernández obsequió al Barça en su último partido de la temporada contra el Eibar.

Dos penaltis absolutamente abracadabrantes (especialmente el que le pitaron a Jordi Alba en el que ni siquiera había ningún jugador rival cerca) que se suman a una larga lista de ayudas, algunas de ellas flagrantes, que ha recibido esta misma temporada.

Sólo esta temporada hemos visto cómo el Barça era ayudado descaradamente en campos como Mestalla, Anoeta, Sánchez Pizjuán, Santiago Bernabéu o Las Palmas, fuera de casa y ha recibido escandalosos arbitrajes en el Nou Camp contra el Real Madrid o Leganés.

Arbitrajes que le han permitido gozar de un cómodo “colchón” de puntos extra que permitió a los culés llegar al final de la temporada con posibilidades reales de ganar el título, a pesar de que, como digo, ha sido uno de los Barças más vulgares y anodinos que recuerdo.

Una infame campaña de ayudas que, por cierto, ha sido silenciada cobardemente por los mismos que se han dedicado a vilipendiar o, cuando menos, denigrar y ningunear la figura y el trabajo de Zidane al frente del banquillo madridista.

Pues bien, ganar este título debe ser algo que el Madridismo guarde en sus retinas y lo valore como merece. Y ya que me temo que la Prensa seguirá atizando al francés y negándole todo mérito, (sobre todo si no se gana la Duodécima) que al menos nuestra afición pondere como debe la auténtica valía de Zidane como entrenador. Contra todo y contra todos. El pan y la sal de Zinedine Zidane.

4 comentarios en «El pan y la sal de Zinedine Zidane»

  1. Soy lector suyo y oyente de todos los podcast, pero escribir que uno de los mejores y más exitosos entrenadores de nuestra historia ha sido José Mourinho es verdaderamente asombroso. Por mucho valor que tenga haber competido y ganado al Barcelona de aquellos años, su bagaje en títulos fue realmente escaso.
    Gracias por el artículo y por seguir luchando contra el antimadridismo

  2. Gran artículo, señalando el mérito de este Madrid de luchar contra el colchón de puntos claves regalados que cada temporada tiene el FCB.
    En cuanto a lo que dice otro lector de Mou, no es mi entrenador ideal pero pienso que es con él con quien empezó este ciclo actual que mezcla su ambición con el “buenismo” y discreción de Ancelotti y Zidane. Creo que estas Champions le deben bastante a sus tres semifinales, pues antes le costaba al equipo llegar a ellas.

    1. Totalmente de acuerdo con Vd. a pesar de que no se ganara mucho, se rompió con una cadencia demasiado normalizada.

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