Los valors de Piqué

A Piqué no le gustan los valores que transmite el Madrid. De acuerdo, respetemos sus palabras. ¿Y cuáles son esos “valors” que sí le gustan, los de su club del alma, esos “valors” de los que Bartomeu decía hace meses que hacían de ellos “más que un club”? ¿Hablamos de equipos de fútbol o de una ONG? ¿De empresas que facturan 600 millones de euros anuales, dirigidas por empresarios de dudosa reputación y con plantillas formadas por jovenzuelos maleducados y millonarios, que sin embargo arrastran multitudes allá donde van, a las que sablean con precios prohibitivos? ¿O de asociaciones benéficas ejemplares con una ética irreprochable?

Como mi madridismo me ciega, y donde más oigo hablar de este concepto es en ese territorio al nordeste de España llamado Cataluña, vamos a hablar de “els valors” del Barça, concepto que por muchas veces que repitan no va a estar nunca asociado a una causa justa.

Los valors de Piqué

Valors, valores, ¿de qué hablamos entonces? Busco directamente en la página oficial del Barça y encuentro lo siguiente (lo siento si la traducción no es la mejor, pero es que no hablo catalán ni siquiera en la intimidad):

“El respeto, el esfuerzo, la ambición, el trabajo en equipo y la humildad son los cinco principales valores que describen el espíritu del F.C. Barcelona”. (Dejo un espacio aquí para las carcajadas)

En los siguientes párrafos se dedican a explicar a qué se refieren con cada uno de esos “Pilares” que se supone que distinguen a estos modelos para la sociedad.

1. El respeto: “El respeto a los demás es uno de los pilares fundamentales de la vida democrática y de la capacidad de vivir en sociedad”. Supongo que se refieren al respeto mostrado en las últimas finales de Copa del Rey, repito, “del Rey”, con las pitadas promovidas desde la directiva y el rechazo a los símbolos nacionales. Pitadas que querían celebrar además en el sagrado Bernabéu, seguramente “por respeto” al eterno rival.

El propio Cruyff dijo que “al que pita el himno le falta un tornillo”. “En el deporte, el respeto es fundamental, ya que se crean situaciones de tensión que hay que resolver de manera casi instantánea”. Por esa razón, Messi “resuelve” pegándole un balonazo al público, Busquets llamando “mono” a Marcelo, o Alves, Pedrito, Mascherano, o Busquets fingen lesiones y se dan tres vueltas de campana para engañar al árbitro. O Guardiola presionando a los árbitros, o Gaspart cagándose en todo lo que se menea, o Luis Suárez sacando los dientes, los codos o los tacos a relucir.

“En el deporte, el respeto tiene unas concreciones parecidas a las que después se exigen socialmente”. Cierto, el respeto a las normas, sobre todo a las fiscales, y entre Messi, Piqué, el fichaje de Neymar o los derechos de imagen en el pasado, el Barça representa unos “valors” que el resto de españoles (y catalanes) deberían evitar. Hace ya unos años se publicó un “once ideal” de evasores fiscales formado por jugadores con sentencias en contra del Tribunal Supremo, y era el siguiente: Hesp, Reiziger, Pellegrino, Roberto Carlos, Luis Enrique, Figo y “otro centrocampista del Barça”, Suker, Rivaldo y Kluivert. 9-2 para los “valores” futbolísticos del Barcelona.

Claro que vivimos en un país en el que cientos de aficionados se van al juzgado a aplaudir a Messi después de acordar pagar varios millones de euros que había defraudado previamente, así que no debemos extrañarnos de que el fútbol, como metáfora de la sociedad, acepte que los presidentes del Barcelona y de la Generalitat de Cataluña sean la viva imagen de los defraudadores: Josep Lluís Núñez, Rosell, Bartomeu, Pujol y sus hijos, Artur Mas, el Palau y la fabulosa herencia paterna,… Valors… monetarios.

2. El esfuerzo: “Hay muchos modelos sociales que rehúyen el esfuerzo”. Supongo que se refieren al propio Messi cuando la temporada 2013-2014 le dio por no correr, porque tenía que reservarse para el Mundial. El Barça no ganó nada esa temporada, porque cuando a su crack le da por no jugar, pasan esas cosas. Alcanzó su cima en la vuelta de cuartos de final frente al Atlético de Madrid, cuando corrió solo 6,8 kilómetros, un poco más que Pinto, ese gran portero que añoramos los madridistas. O la falta de esfuerzo de la plantilla hasta enero del año pasado, cuando querían cargarse a Luis Enrique y no corrían ni hacia adelante, ni mucho menos hacia atrás. Lástima que tras el partido de Anoeta no saltara todo por los aires.

“Con todo, sin embargo, el esfuerzo es un valor que nos permite llegar a lugares impensables o conseguir metas y objetivos”, como puede ser cerrar las discotecas de Barcelona, a la manera de Romario, Kluivert y Ronaldinho, talentos desperdiciados del fútbol.

3. La ambición: “La ambición es la voluntad de conseguir el máximo rendimiento”, y en este punto hay que reconocer que los cracks del Barça, junto con sus asesores fiscales, pueden presumir de haber conseguido el máximo rendimiento a sus extraordinarias cuentas corrientes. “La ambición convoca y necesita un sistema de valores amplio, y, a la vez, se relaciona con el trabajo bien hecho”. Ese “sistema de valores amplio” se llama en economía diversificación de cartera, y “se relaciona con el trabajo bien hecho” significa “tener un buen puñado de asesores para evitar problemas con el fisco”. Valor Can Barça, 100%.

4. Trabajo en equipo: sí y no. “El trabajo en equipo implica que el sujeto pasa a formar parte de un grupo y que, como tal, deviene un elemento activo que actúa sobre el conjunto”. Reconozco que el Barça ha sabido trabajar en equipo… para tener contento a Messi. A eso se refiere como elemento activo que actúa sobre el conjunto. ¿Que no le gustaba un entrenador o un jugador? Desaparecía al año siguiente. ¿Que se llevaba bien con Pinto y este tenía que seguir temporada tras temporada pese a su nula aportación? Seguía.

¿Que necesitaba cariño y subidas de sueldo cada tres meses? Se le daba. ¿Que se fichaba un crack de talla mundial? En sus primeras palabras, convenientemente aleccionado, decía que venía a Barcelona para ayudar a Messi a seguir siendo el mejor del mundo. Aunque ese fichaje fuera el mejor jugador de la pentacampeona del mundo, no hay límites para tener contento a Messi.

5. Humildad: hombre, no, humildad no tenéis, amigos culés. Lo mismo que no la tenemos los madridistas, pero no presumáis de algo de lo que estáis tan alejados. “La humildad probablemente consiste en saber cómo tener claros los valores, mantenerlos y defenderlos incluso en situaciones de superioridad clara o de éxito”. Pero vamos a ver, si en la propia definición ya estáis diciendo que sois superiores, ¿dónde coño entra la humildad? ¿Humildad era lo de Guardiola, cuando llegaba a Almería después de un 5-0 en la ida de una eliminatoria de Copa del Rey y decía que no estaba todo decidido? No, hombre, no, eso es ser un falso en toda regla.

Humildad no es autodefinirse como dream team por ganar la Copa de Europa más devaluada de la historia, en los mismos años en los que el Milán ganó 3, o en la década en la que el Madrid ganó 2, es decir, por lograr lo mismo que el Steaua de Bucarest, el Estrella Roja o el Olympique de Marsella. Pero es que cuando se es “humilde”, uno puede presumir de ser “el mejor club del mundo”, aunque la Federación Internacional de Estadística diga otra cosa, porque no necesita que lo diga nadie, ni que lo demuestren los datos, basta con decirlo. Uno es humilde para poder autoproclamar lo que le salga de las narices.

Y todo esto sin hablar de Qatar Airways, país que representa los valores actuales de este mundo desigual, en el que una parte de la población vive en la ostentación y el lujo ridículo, y el resto, en la pobreza más lamentable. Y si tienen que morir 4.000 obreros de Pakistán o Bangladesh para construir los estadios del Mundial 2022, que palmen, no pasa nada. Son semiesclavos. El Barça no tiene nada que ver con esto, por supuesto, pero yo no presumiría de valores llevando ese nombre en la camiseta, la que no querían manchar con publicidad.

Pues nada, Gerard, que tienes razón, como siempre, que vuestros “valors” son auténticos, envidiables. ¿Sabes quién hablaba también de valores en su presentación de objetivos? La FIFA de Blatter, pedazo de sarcasmo, el Club de la Comedia.

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