Fumata Bianca

La consecución de la ansiada decimotercera Copa de Europa de fútbol del Real Madrid ha provocado un fenómeno que, a falta de otros apelativos, ha tornado el hastío estival en un maravilloso cúmulo de despropósitos por parte de los de siempre. La prensa patria, que suele llenarse la boca de fantásticas “exclusivas” no supo ver el terremoto que provocó Zinedine Zidane el pasado 31 de mayo al anunciar su dimisión de forma sorpresiva, como tampoco supieron ver cuál iba a ser su sucesor a los mandos del equipo blanco: Klopp, Pochettino, Guti… Se barajaron muchos nombres, pero ninguno era el del seleccionador nacional Julen Lopetegui, cuya contratación ha sido anunciada pocas horas antes de escribirse estas líneas.

No es objeto de este artículo analizar la trayectoria del guipuzcoano o valorar su contratación (personalmente, no me entusiasma, aunque siendo mi entrenador le voy a dar mi voto de confianza; además se han esquivado otras “balas” peores que salieron en las quinielas, como Wenger, Jémez o Míchel), pero no puedo dejar de mencionar el constante bombardeo a los que nos han sometido los medios especializados en el deporte con predicciones no cumplidas. Actualmente, y si hacemos caso a la bola de cristal de la “caverna”, el Madrid empezaría la temporada que viene jugando con un cuatro delanteros (Kane, Neymar, Salah y Benzema); cinco porteros (De Gea, Navas, Allison, Kepa y Letica); un defensa (Ramos) y por eliminación, un centrocampista (supongo que Modrić, por eliminación), todos ellos liderados por un contubernio de cinco entrenadores distintos. Indudablemente, jugar con un 5-1-1-4 supondría toda una revolución en la historia de la táctica balompédica, de la misma manera que tener cinco entrenadores a la vez lo sería en el campo de los recursos humanos.

Tras dilucidarse el gran misterio del verano, aún queda mucho margen para los amigos de la adivinación recreativa. Los fichajes, como en todo período vacacional, así como el destino de Cristiano Ronaldo. No voy a justificar las declaraciones del portugués tras la final de Kiev (lo que en lenguaje coloquial, y perdonen la expresión, se conoce como una “meada fuera del tiesto”), pero eso ha servido para que en espacio de una semana hayamos evolucionado desde el “quiere cobrar lo mismo que Messi” al “quiere quedarse en el Madrid, pero el club quiere echarle” pasando por el “Cristiano se conformará con 30 millones”. De irse, a Cristiano se le ha vinculado con media Europa, media Asia y parte de la Antártida. El tiempo dirá quién tiene razón, pero lo que sí queda claro es que el que acierte no lo hará por sus fantástico manejo de la información clasificada, sino porque es fácil disparar al azar y luego pintar una diana alrededor de cualquiera de los agujeros (y con el entrenador, ya hemos visto que ni eso).

El Real Madrid en verano es como el tejado de la Capilla Sixtina al finalizar un Cónclave: va de blanco y se llena de humo. Decía el dibujante Jaume Perich que “la astrología es la «ciencia» por la que un imbécil llega a creer que es imbécil por culpa de las estrellas”. En el Real Madrid pasa lo mismo: un lector de prensa deportiva tradicional es un tipo que se cree que el Madrid lleva tres Copas de Europa seguidas a pesar de Zidane.

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