Y llegaron las horas bajas a las costas del idilio madridista. Acabó agosto, acabó nuestro noviazgo con la gloria, acabaron las noches de dormir con la bufanda entre las sábanas. Ahora salimos del bar cuando apenas el árbitro se ha llevado el silbato a la boca para anunciar el final del encuentro. No damos tiempo a nuestro padre, madre, hermano, hermana, tío, tía, hijo, hija, incluso a nuestros abuelos, de preguntar qué tal ha ido el partido. ¿Se perdió la magia? Hace mes y medio éramos invencibles y ahora apenas aspiramos a rendir con orgullo en Champions y Copa.
Muchos hemos entonado este discurso tras la dolorosísima derrota en Gerona, más si cabe con la frustración que acarrea el ambiente político. No pienso analizar el paupérrimo juego del equipo, o la estafa que fue la actuación de Hernández Hernández, sólo quiero mandar un discurso a todos los corazones madridistas que tengan a bien leer las líneas de este niño que no piensa quedarse sentado en la cama, mirando su bandera del Madrid, viendo cómo se va consumiendo la Liga cuando aún no hemos abierto la página 11 del calendario.
Yo sé que algunos, ayer domingo, no pudisteis cenar por la rabia de la derrota, sé que otros pagasteis con el mobiliario de vuestras casa las ocasiones falladas, los pases errados, las faltas no sancionadas, las tarjetas que no vieron la luz, sé que otros no quieren volver a ver otro partido de la competición regular, ¿para qué?, si todas las semanas es lo mismo.
Andra Day, muchos quizá no sepáis de quién os hablo, es una cantante (magnífica para los oídos de este niño), autora del tema “Rise Up”. Muchas de sus frases me vinieron a la cabeza durante la tarde de ayer.
“Nos levantaremos, nos levantaremos como el día, inspirados por el dolor, y lo haremos otras mil veces”
“Todo lo que necesitamos es esperanza”
Hay dudas sobre la plantilla, sobre Zidane, sobre aquellos considerados “determinantes” en el XI, dudas sobre la gestión del equipo, sobre los cambios, sobre las tácticas. En eso no voy a entrar, cada uno tiene sus motivos para opinar en la manera que lo hace, y eso es un derecho que no pienso atacar. Pero hagamos de tripas corazón, descolguemos la bufanda de la estantería, quitemos las chinchetas de la bandera y saquémosla de la pared. Volvamos cada partido, cada miércoles, cada domingo, cada jornada, cada eliminatoria, a mordernos las uñas a cada minuto, a gritarle al árbitro a través de la tele, a susurrar el nombre de cada jugador cada vez que la toquen.
Creedme, no digo que sea momento de mirar para otro lado y fingir que no hay problemas, simplemente es momento de imponer el orden natural de las cosas, y empujar al equipo hasta la cima, porque ellos fueron los que nos llevaron allí hace apenas dos meses.