Old world blues o un elogio nostálgico de Cristiano Ronaldo

Existe una expresión maravillosa propia de la lengua inglesa y popularizada en España por un conocido videojuego: old world blues (blues por el viejo mundo). Urbandictionary.com, web que recoge y explica muchas, por no decir la mayoría, de las expresiones del slang anglosajón, define estas palabras como la situación de hallarse “tan envuelto en la nostalgia por el pasado, que uno no puede ver el presente en el que vive”.

No hace falta señalar que Cristiano Ronaldo es historia viva en el Real Madrid. No sólo por sus registros (a fecha de escribir estas líneas, 443 goles y 119 asistencias en 429 partidos con el club blanco); no sólo por su palmarés, sino también por la gigantesca explosión de carisma que ha supuesto en Concha Espina.

No se puede decir que sea el mejor jugador de la historia, ya que señalar a un único jugador dentro de tal honor es imposible, pero que se ha ganado de pleno derecho su presencia en el Olimpo del fútbol es innegable.

Por desgracia, los años pasan. No se puede negar que gracias a unas envidiables condiciones físicas innatas y trabajadas, el luso va a estar dando guerra durante muchos años, pero su edad hace presagiar, lamentablemente, que su fecha de retiro está más cercana a nosotros que la de su debut.

Cuando se retire Cristiano, vendrá otro a ocupar su lugar, de la misma forma que él ocupó el de otros jugadores a priori insustituibles en la historia del club merengue. Di Stéfano y Gento; el Madrid de los García; la Quinta del Buitre; Raúl; los Galácticos… pequeñas grandes piezas que ennoblecieron los 116 años de historia del Real Madrid.

Por otro lado, entre que la ficha de retiro de Cristiano se antoja cercana, pero no tanto, y que no hay un “sucesor” que a día de hoy puedan reclamar el cetro (sí, hay nombres de jóvenes que aparentemente, en unos años, podrían ocupar ese lugar, pero a día de hoy son meras promesas a sentarse en el trono), podemos estar tranquilos.

Cristiano es ese Ave Fénix al que nunca se le puede dar por muerto. Recientemente, alguien me comentaba que las muestras de agotamiento del portugués son evidentes, que no marca tantos goles como antes. Es una afirmación, por desgracia muy oída, que es fácilmente rebatible: el año pasado marcó “sólo” 37 goles… en 35 partidos.

Su peor año en el Madrid fue el primero, en el que, con la misma cantidad de partidos, “sólo” (y permítanme el entrecomillado por segunda vez) anotó 33 goles. No está mal para un jugador que, según varios famosos y mediáticos analistas, está en franca retirada.

Otro comentario merece la madurez táctica, por ponerle un apelativo, del de Madeira. Es evidente que con las treinta y tres primaveras que carga el astro a sus espaldas, no se le puede exigir el trabajo físico de un extremo puro: las constantes subidas y bajadas por el flanco que ocupa en el césped, derivadas de las constates tareas defensivas y ofensivas que se esperan de dicho rol.

Quizás con algo de retraso temporal, pero no con poco acierto, poco a poco va concretándose su transformación en un atacante más puro, en una bestia anotadora que mantiene un registro al alcance de tan pocos jugadores, que pueden contarse con los dedos: la media de un gol por partido.

Dicen voces perdidas en la lejanía que Cristiano es un jugador egoísta que sólo compite en pos de la gloria personal. Es un tanto molesto que se insulte la inteligencia del aficionado con chascarrillos de esa índole, por varias razones: los goles de Cristiano engrosan las estadísticas, sí, pero parece que olvidan que esos tantos redundan en beneficio del equipo. Hay una larguísima lista de títulos que así lo atestigua.

Mi gran preocupación es que haya algún aficionado que, cuando sea la hora, entre en pánico y le cante un blues al viejo mundo. Como ya he dicho antes, nada ni nadie es eterno, y eso le afecta también a CR. Llegará el día, esperemos que muy lejano, en el que de Cristiano sólo nos quedará Youtube para disfrutar de su fútbol, y no dudo que, cuando alcancemos ese momento, habrá otro para ocupar el lugar de este jugador insustituible.

Ahí tendremos la tentación, comprensible, de cantar un blues. Hasta ese momento, brindemos por Cristiano Ronaldo. Brindemos por el fútbol. Brindemos por el Real Madrid.

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