La batalla del mensaje

No sé a quién leí hace no mucho la frase “La batalla del mensaje”, haciendo referencia a que el Real Madrid hacía mucho que había perdido esa batalla en manos de una prensa poco profesional y dueña de esa doble vara de medir que tanto indigna a la Familia Blanca.

Batalla que no sólo hemos perdido si no que se presenta cómo martillo pilón cada día y en cada rincón mediático, mensaje que atonta y amartilla nuestra verdad con el agravante de un punto importante, resulta que nosotros, Florentino en concreto, somos los dueños de los medios, no sé que medios, aún no los he encontrado por mucho que rebusco esos “altavoces mediáticos” al servicio del Madrid.

Y todo esto que años ha, me llevaba a la locura y despertaba en mí ese aficionado beligerante que entraba a la discusión allá donde se terciase, con datos y pruebas intentando vanamente sacar al indio/culé de turno de la ignorancia de su discurso. Pero ya no, no sé si es la edad, pasados los 40 ya mucho han visto estos ojos de un socio que recuerda ir al Bernabeu a ver el fútbol de pie en la época de la Quinta del Buitre, ojos que han visto varias finales de Champions campeonando por Europa.

Y no sé si es la edad o los golpes que la vida me ha dado ultimamente que ya no lo veo igual. Es lo que tienen esos golpes que te sacan del cuadrilátero y te mandan lejos, que te hacen ver las cosas desde otra perspectiva y de algún modo te hacen reorganizar tus valores en la vida. Y cómo digo, no sé si es la edad, mi situación vital o simplemente que me he cansado, pero ya no tengo ganas de luchar y menos por una batalla perdida cómo es la del mensaje.

Mi lucha no pasa de los comentarios por whatsapp con un buen grupo de amigos madridistas que Twitter me regaló, ya ven, Twitter no es sólo una barra de bar cómo decía un ínclito periodista del que no pondré el nombre para no ensuciar el texto. Con ellos discuto y hablo de fútbol y si, todos madridistas, ya sólo discuto desde la barrera, ya no pierdo el tiempo en discusiones y batallas perdidas, e incluso a veces no veo a mi querido Real Madrid por ver a Rayo McQueen o Spiderman.

El pequeño hombretón por el que soy capaz de no ver a mi Madrid es socio desde que nació, cómo lo es su padre y cómo lo es también su abuelo y su tío, insignias de plata y oro lo atestiguan. Este pequeño está empezando a cogerle el gusto al fútbol y a nuestro Madrid, y viene cargado de energía para luchar a diario en el cole, debo aclarar que vivimos en Barcelona, bella ciudad donde las haya. La energía que yo he perdido quizá me la devuelva él, pero soy yo el que le tiene que transmitir qué somos y qué es el Real Madrid, qué significa y qué tiene para hacernos llorar y gritar o viajar al fin del mundo si allí fuese una final.

Las preguntas que le surgen, créanme, van de lo místico a lo científico, con nueve años su obsesión es saber quién es mejor que quién, en qué y por qué. Van surgiendo los nombres míticos cuando hablamos del Madrid y yo intento transmitirle quién era el Buitre, Van Nistelroy, Roberto Carlos, Guti, Hierro, Mijatovic…. no hay horas en el día para contarle, pero él atiende con ojos analíticos y aprende cómo una esponja. Pero hace poco me hizo una pregunta que aunque parezca de fácil respuesta merecía algo más que lo evidente.

Me preguntó “¿por qué somos los mejores?”, no había más que llevarle a Wikipedia y que viese los títulos y récords, pero eso él ya lo sabe y casi de memoria, pero esta vez la pregunta venía con coletilla, “pero ahora no somos los mejores verdad? Vinicius es muy malo, Zidane lo van a echar…”

Parece que en el colegio, los peques también discuten lo mismo que sus papis y la batalla del fútbol está por todos lados. Mi pequeño merengue discute contra viento y marea porque su padre le ha dicho que el Real Madrid es el mejor equipo del mundo sin ninguna comparación. Tan importante pregunta merecía una respuesta a la altura.

“Hijo, siempre te dirán muchas cosas, y probablemente equivocadas en su mayoría. Pero no tengas dudas que somos y seremos los mejores, no porque hayamos ganado más que nadie o por lo que vayamos a ganar, somos los mejores porque sólo vivimos para ganar, porque no nos importa el mensaje, no nos importa lo que digan, nosotros siempre tenemos fe, nosotros siempre seguimos creyendo, nosotros siempre nos levantamos cuando nos caemos.

Nuestro Madrid pase lo que pase siempre se rearma y vuelve a ganar, tengamos los jugadores que tengamos volveremos a ganar. Tenemos un escudo en el pecho que tiene algo que no se puede explicar. Ser del Madrid no es sólo ser el que más disfruta porque es el que más gana o ha ganado, ser madridista es una forma de vida, es no rendirse nunca, El MADRID SIEMPRE VUELVE”

La verdad es que me emocioné más yo que él, pero de forma indirecta me hizo pensar. ¿Estaba yo dejando de ser tan madridista cómo era porque ya no veía el fútbol con los mismos ojos? O lo que es más grave, ¿estaba dejando de afrontar la vida cómo lo hace un madridista tal y cómo le dije a mi hijo?

Quizá me estoy rindiendo o quizá me hago mayor, pero ahora tengo claro que tengo la obligación de seguir mi propia respuesta. No rendirme nunca ante los goles en contra que me meta la vida es casi una obligación y si lo miras objetivamente es la única opción, seguir caminando. El Madrid siempre vuelve, los madridistas siempre nos levantamos, y yo prometo volver tarde o temprano a ser el que era. ¿Y vosotros?

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