El chip prodigioso

Pues sí, lo hemos vuelto a demostrar esta semana. No podemos más que dar la razón a esos (cada vez más) que pronuncian esa famosa frase de “El Madrid en Europa cambia el chip”. De ahí viene precisamente el título pensado para este artículo, el nombre de una película de hace varias décadas que los que van peinando canas conocerán. ¿Pero cómo no vamos a cambiar el chip?

Los motivos no pueden ser más fáciles de explicar. Ver ese final de partido con Vini abrazándose a Walker, a Ederson o a Haaland y lo comparas con lo que tiene que aguantar aquí cada fin de semana y media un abismo. Y hubo duelos, hubo choques, hubo protestas, hubo patadas, pero todo dentro de la normalidad que abarca un partido de fútbol.

Y no es la primera vez. Ya hemos visto a Vini y a otros marcadores suyos en Europa tratarse con respeto antes, durante y después de los partidos (Reece James, Alexander-Arnold o Achraf). Nada de jugadores buscando hacer daño a los nuestros o simplemente agrediendo por agredir (collejas, tirones de pelo, tortazos, ejemplos hay muchos en los últimos años…). Tampoco hubo árbitros queriendo ser protagonistas o encarándose con los nuestros como macarras de discoteca.

En Europa todo es paz, todo es fluir, todo es simple y llanamente fútbol. Aquí, cada partido es una odisea. Piques, insultos, entrevistas a los agresores antes y después de los partidos. Todo es bueno para darles bombo y para encender la llama. Y claro, esto solo pasa contra el Real Madrid. Ese es el verdadero problema.

Si a eso le sumamos lo que ocurre fuera del campo, con cosas como lo de Villar, Negreira, Sánchez Arminio o personajes siniestros como Roures y su conglomerado Mediapro con Óscar Lago como ejecutor tecnológico (hurtando repeticiones, eligiendo qué y cómo se emite, etc…), se entiende que sospechemos aquí y que disfrutemos en Europa.

 

No es ninguna casualidad que en los últimos años hayamos ganado mucho más fuera que aquí, cosa que solo ha ocurrido con el Real Madrid. Otros equipos dominadores en Europa, lo fueron también claramente en sus ligas nacionales.

Esta anomalía estadística es otra de tantas con las que hemos tenido que convivir en los últimos años junto al famoso “saldo arbitral”, tema del que nadie quería hablar en los medios hasta que salió el caso Barcelona-Negreira. Nos llamaban locos, nos decían que si somos los conspiranoicos del capirote y tantas otras cosas, pero todos sabíamos que teníamos razón (Gracias eternas a MaketoLari y a Juanpfrutos).

Lo que de verdad escuece aquí es lo que ya dijo Don Santiago Bernabéu hace mucho tiempo: “Al ser España un país de envidiosos, todos nuestros males vienen de haber sido tantas veces campeones”. No hay más que ver los post-partidos en las televisiones extranjeras para ver cómo tratan con sumo respeto al Real Madrid, mientras que aquí no se cansan de enmierdar a diario con tonterías.

Hay que coger esa distancia para ver la magnitud de este club, que tanta grandeza da a nuestros campeonatos y tan poco recibe a cambio. Estas competiciones no nos merecen, no es nuestro lugar. Ese lugar es y ha sido siempre Europa, la que nos empezó a dar la gloria y nos la sigue dando más de 60 años después. Mientras unos ponen emoticonos de monos, insultan o desprecian a Vini cada fin de semana, éste va camino de ser leyenda. El tiempo pone a cada uno en su sitio.

Nadie había ganado dos Champions seguidas, hasta que lo hizo el Madrid. Nadie había remontado un 0-2 en Euroliga, hasta que lo hizo el Madrid. Ya no habrá nadie más que sea el primero que lo haga. Fútbol, baloncesto… lo mismo da.

Siempre pioneros. Siempre Historia. Gracias, Europa.

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