Una vez más, como un guerrero a las puertas de una gran batalla. Así nos encontramos una vez más.
No por haber tenido antes grandes batallas, la siguiente no te va a poner nervioso. Ese feroz guerrero, llamado Real Madrid, afila sus armas ante lo que es la batalla definitiva de cada temporada, esa en la que aparece habitualmente en los últimos años. Esta vez el camino ha sido casi tan complicado como en la anterior (igualarlo del todo va a resultar prácticamente imposible). Esa épica ya está grabada a fuego en la leyenda del fútbol mundial.
El itinerario de las eliminatorias también resultó incómodo desde el inicio de los cruces. El Leipzig nos complicó en ambos partidos, pero gracias a las actuaciones de Lunin (quién se lo iba a decir a principio de temporada…) y de Brahim (misma situación que Lunin) conseguimos
avanzar.
Sin habernos recuperado de la tensión, apareció el enemigo que nadie quiere ver (aparte del Real Madrid). Tras una tensa batalla en el Bernabéu, nos presentamos en el partido de vuelta con prácticamente todo el mundo dándonos por eliminados.
Un tempranero gol de Rodrygo nos dio una renta cómoda que supimos administrar con una titánica resistencia, hasta casi el final del partido (De Bruyne nos igualó poco antes). Hubo que acudir a la prórroga para tener que sudar sangre y seguir resistiendo hasta llegar a una nueva tanta de penalties, algo que desde aquella final de Milán no habíamos vuelto a conocer.
Lunin (de nuevo héroe) y los inesperados pero valientes, Lucas, Nacho y Rudiger nos concedieron acceso a otras semifinales, dándonos un impulso moral para el final de la campaña.
Nuestro gran rival clásico en Europa nos aguardaba en semifinales. Ese Bayern, al que muchos daban por desahuciado, demostró que a pesar de no tener un buen año, nunca te puedes confiar contra él. Una ida de fogonazos (primera parte nuestra, segunda sufriendo) y un postrero gol de Vini nos llevó a un final 2-2 con todo para decidir en el Bernabéu.
No puede haber Champions sin la clásica liturgia en un partido de vuelta con el majestuoso Bernabéu esperando. Busiana, partido tenso y remontada final.
El reloj marcaba sus últimos minutos en el marcador, pero todo el mundo en el campo y en sus casas sabía que esto aún no había acabado. Joselu, otro héroe inesperado hizo sucumbir al equipo alemán, mientras Tuchel desde la banda asistía atónito a lo que acontecía en el templo madridista. El entrenador alemán no fue el primero que lo sufría, ni será el último…
Y aquí estamos. A apenas un par de días de una nueva batalla. Esa que todos los héroes desean luchar y ser recordados por élla. Será un escenario donde jamás nos gusta estar, porque prácticamente el planeta fútbol afirma que será una final fácil. No, no lo será. Habrá que picar piedra, porque llegar a esta final es por lo que muchos luchan a lo largo de su carrera y muy pocos lo consiguen.
Estamos a las puertas de la gloria… o del infierno. El Valhalla nos espera. Honrad a los que antes que vosotros llegaron hasta ahí.
Ahora todo depende de vuestra entrega.
¡Hala Madrid!