Todo fueron (y seguirán siendo) críticas. Críticas de esas que solo tienen como objetivo desestabilizar al equipo de las 15 Copas de Europa. Pero ya sabéis, el Relato hace mella, vende periódicos, aumenta seguidores a quienes cambian de chaqueta como de ropa interior y la presente Euro no iba a conseguir menos.
Toda la temporada anterior tachándonos de llorones por las actitudes arbitrales, la diferencia entre lo que sancionan a otros equipos, la mayoría sabéis quiénes son sin que se necesite decir abiertamente, y lo que pitan a nuestro equipo.
Nuestras quejas tan, tan, pero tan infundadas, tanto es así, que el grandioso y magnífico árbitro español fue mandado para casa a las primeras de cambio. Gil Manzano demostró lo que, por desgracia, sufrimos los madridistas cada vez que es el designado para uno de nuestros partidos de Liga y con el que nuestro querido Jude vio cómo aquel gol en el último segundo fue anulado, o dicho de otra manera, no llegó a subir al marcador.
El antimadridismo cala, y cala más aún cuando, gracias a él muchos se creen personas importantes solo por formar parte de ese «Fútbol Sálvame» que tanto se lleva de unos años para acá.
Pero dejándonos de opiniones random, nuestra temporada fue más que buena e hiriente para los que no dejan de mirarse el ombligo creyéndose los mejores. Unos por seguir pensando en Messi, el cual no cambió ni mucho menos, que aumentáramos distancia en el número de Copas de Europa y otros babeando por su gran entrenador argentino, que no consiguió nada en la pasada temporada.
Nada importante, me refiero, aunque ellos vivirán años por ese partido ganado contra nuestro equipo… Mejor no volvamos al tema arbitral que todos los temas de debate nos llevan a él, porque no, no los entenderemos ni ahora ni nunca. Gracias a Dios.
Por desgracia, todo en el fútbol va cambiando, y no de manera favorable, al menos bajo mi punto de vista. Que llueve, hay rayos y centellas, el partido se suspende (aunque sean 20 minutos y pueda afectar al estado físico de los jugadores), no vayamos a jugar bajo unas condiciones meteorológicas complicadas, ¡ah, no!, que eso le pasó a nuestro equipo cuando jugó en un campo nevado. Bah, eso no vende… Sigamos con lo que importa: lo nuestro; nuestro equipo; y todas las emociones que nos hacen vivir.
Sí, lo reconozco, lloré, lloré mucho cuando nuestro alemán favorito dijo adiós y colgó las botas en el Real Madrid aunque ahora podamos seguir disfrutándole en la euro de Alemania. Un jugador que consiguió mantener un Santiago Bernabéu lleno mucho después de finalizar un partido cuya única trascendencia, era su despedida. Sus hijos lloraron, su mujer también lo hizo y hasta él. Un alemán férreo que nos ha demostrado tras 10 años su actitud, saber estar y fútbol.
Siguiendo con lo nuestro, Jude en pleno verano y en el último minuto, consiguió que subiera la bilis de gran parte de la prensa patria. Un Jude cuyo juego con Inglaterra ya estaba devastado, hizo que los titulares de algunos periódicos se reescribieran.
Y así pasará con Mbappè, quién hasta este verano era Dios y ya se empiezan a oír críticas por parte de panfletos y diarios dispares. Qué Dios le reparta suerte y él sepa cómo adaptarse de la mejor manera posible a un vestuario ganador con grandes líderes.
La meritocracia seguirá presente con Carlo en nuestro vestuario, ¿seguirá siendo así? Corregidme si me equivoco, y ojalá sea así.
Kroos nos ha regalado lágrimas y alegrías a partes iguales. Cómo le voy a echar de menos.