La bula arbitral de Luis Suárez: Historia de un “Clásico” adulterado

El domingo pasado en el Nou Camp volvimos a asistir a la enésima salvajada antideportiva de Luis Suárez, un futbolista tan brillante cara al marco rival como repulsivo en cuanto a su actitud sobre el césped.

En esta ocasión, su última víctima fue Schär, el defensa suizo del Deportivo de la Coruña, quien recibió un alevoso codazo en su cabeza cuando trataba de disputar un balón, a los 15 minutos del encuentro que enfrentaba al equipo gallego con el Barça. Y como en las otras tantas ocasiones en las que el sucio delantero charrúa ha sacado su peor versión como deportista, esta nueva agresión le salió gratis total.

Una expulsión perdonada una vez más que además tiene como primera providencia no sólo que el delantero uruguayo no habría podido protagonizar la goleada de su equipo ante el Depor, donde marcó dos de los cuatro goles culés, sino que, además, habría provocado que Suárez no estaría este fin de semana ante el Real Madrid en el Santiago Bernabéu para la disputa del Clásico.

Lo asombroso del caso es que Mateu “Te queremos Victoriano” Lahoz sí vio la agresión porque señaló falta del uruguayo sobre el defensa suizo pero le faltaron agallas para mandarle a la caseta y, por tanto, alejarle del partido de este sábado ante el Real Madrid, máxime cuando además, los azulgrana perdieron a Alcácer por lesión este mismo domingo, lo que habría disminuido sensiblemente el potencial ofensivo del Barça.

Un terrible historial delictivo a sus espaldas

A pesar de que, desde su llegada a la Liga española en verano de 2014 el delantero uruguayo ha dejado numerosas muestras de una agresividad que excede con mucho el mero “ardor guerrero” que se le supone a muchos jugadores sudamericanos, lo cierto es que no me deja de sorprender la bula arbitral con la que cuenta el delantero uruguayo a la hora de enjuiciar sus desmanes sobre el campo.

Raro es el encuentro en el que, como digo, excediendo la impulsividad y la fuerza en la lucha por el balón propia de un jugador de Primera División, Luis Suárez no deja muestras de una agresividad sin límites, en forma de codazos alevosos, patadas sin balón, entradas a destiempo y, sobre todo, una falta de educación y empatía más propias de un peligroso psicópata que de un deportista de élite.

Lo alucinante del caso es que, tratándose de un jugador cuyo historial delictivo le precede desde prácticamente su llegada a Europa en 2006 como jugador del Groningen, en España no haya sido sancionado jamás con un solo partido por ninguna de sus agresiones y apenas sí haya sumado una única expulsión (y por doble amarilla) desde que arrivó a España hace ya tres años y medio.

Y es que sus antecedentes “penales” asustan. No sólo por lo abundante en cuanto a partidos de sanción a los que ha venido siendo condenado -casualmente hasta su llegada a España- sino a la variedad de actuaciones antideportivas que han venido jalonando su carrera como futbolista.

Hay que recordar, pues, que ya en su etapa como jugador del Ajax de Amsterdam, Suárez fue sancionado en 2010 con siete partidos por propinar un tremendo bocado al jugador del PSV Eindhoven Otman Bakka.

Tras su periplo holandés, Suárez fichó por el Liverpool y ahí sacó lo peor de su condición no ya como deportista sino incluso como persona. En sus cuatro temporadas en la Premier League, el charrúa acumuló un total de 19 partidos por distintas acciones. Hasta ocho partidos de sanción tuvo que cumplir el jugador uruguayo por insultos racistas al francés Evra en un partido disputado ante el Manchester United en octubre de 2011.

Esa misma temporada, y recién cumplida su sanción, Suárez volvió a ser castigado por la Federación Inglesa con un partido más por enseñarle el dedo a un rival en un encuentro ante el Fulham.

Pero lo peor vino en su última temporada como jugador “red”, en concreto la temporada 2012/2013. Ocurrió un 21 de abril de 2013, cuando las cámaras cazaron al uruguayo mordiendo con furia visigoda en el brazo al serbio Ivanovic durante la disputa de un Chelsea-Liverpool, lo que le costó una sanción de 10 partidos.

Una jugada que, por cierto, no fue apreciada por el árbitro del encuentro, Kevin Friend pero que fue oportunamente rearbitrada por el Comité de Competición británico y le aplicó una sanción ejemplar que, de hecho, provocó que Suárez ya no volviese a jugar con la elástica del Liverpool hasta el final de la temporada.

No contento con eso, el ariete uruguayo volvió a protagonizar una de las escenas más chuscas y violentas que se recuerdan en la historia de los Mundiales de fútbol cuando, en pleno campeonato en Brasil 2014, Luis Suárez volvió a sacar a pasear su poderosa dentadura.

Su víctima en esta ocasión fue el defensa italiano Chiellini, quien sufrió la dentellada de Suárez en una jugada que, al igual que en el caso de su bocado a Ivanovic de un año antes, no fue apreciada por el colegiado del encuentro sino que fue analizada por la Comisión Disciplinaria de la FIFA quien fue inflexible con el jugador del Barcelona.

Un total de nueve partidos de sanción con su selección, a los que unir la prohibición de acercarse a cualquier recinto deportivo en cuatro meses, lo que provocó que Suárez tuviese que esperar al primer Clásico de la temporada 2014/2015, disputado en noviembre de 2014, para que el charrúa pudiese debutar con la camiseta azulgrana.

A partir de ahí, la lista de perjudicados en nuestro país por las malas artes de este salvaje ha sido enorme. De hecho, sus acciones han provocado heridas en futbolistas como el valencianista Abdennour, a los rojiblancos Godín o Filipe Luis, quienes no dudaron en mostrar en las redes sociales los efectos de la escasa deportividad y exceso de agresividad del delantero culé.

Aparte de estas acciones, en las que repito, los jugadores salieron heridos, Suárez ha dejado su “huella” en numerosos jugadores de nuestra Liga, con exhibiciones de violencia gratuita que, curiosamente, en todas las ocasiones salvo en una semifinal de Copa del Rey ante el Espanyol donde fue expulsado por doble amarilla, el uruguayo siempre se fue de rositas.

Ni una expulsión en la Liga española

Sorprende que, con este historial y sus constantes agresiones desde que desembarcó en España en agosto de 2014, Suárez nunca haya sido expulsado en la Liga y, como dije anteriormente, apenas sí lo ha sido en una ocasión en la Copa del Rey.

Resulta indignante que, una y otra vez, el uruguayo goce de una protección arbitral asbolutamente flagrante. Pero lo que es peor, nadie en los Comités ha querido jamás tirar de video para aplicar la justicia que merecía, como sí hemos visto que hicieron con él en otros países y competiciones para rearbitras actuaciones similares.

Así pues, hemos visto que jugadores muchísimo menos violentos y agresivos que el charrúa han cumplido sanción por conductas menos graves que las que Suárez nos ha dejado a lo largo de estos años. Golpes, codazos, pisotones a traición, puñetazos sin balón, etc. son parte de la amplia panoplia de “recursos” antideportivos con los que el delantero uruguayo ha dejado su impronta en los campos españoles y siempre con la misma constante de la más absoluta impunidad.

Sin embargo, hemos tenido que ver cómo, con el fin de agravar la sanción a Cristiano Ronaldo tras una trifulca en un Athletic de Bilbao-Real Madrid en el que el portugués fue expulsado, se llegó a admitir un acta falseada, como hizo Ayza Gámez en 2014.

O cómo a Gareth Bale le caía una sanción de dos partidos por un simple empujón a un rival que, además, le había agredido primero, como le ocurrió el pasado año al galés en un partido contra la U.D. Las Palmas.

Sin ir más lejos, este mismo año hemos visto cómo un leve toque a un colegiado -tras una expulsión más que injusta, dicho sea de paso- provocó que cayera sobre el astro portugués todo el peso de la Ley por parte de unos comités inflexibles, con nada menos que con cinco partidos de suspensión, mientras que en ese mismo partido, el uruguayo provocaba un penalti a favor de su equipo tras un piscinazo indecente.

Y en referencia a su relación con los árbitros, que como vimos este domingo no se atreven a expulsarle a pesar de sus reiteradas conductas antideportivas, hay que decir que para más “inri”, Suárez se  ha caracterizado por la ausencia de la educación y la deportividad más elementales, a base de constantes menosprecios públicos, captados en su mayoría por las cámaras.

Continuas faltas de respeto a los colegiados, con los que tiene  constantes encontronazos casi a diario y a los que no duda en llamar “cagones” a las primeras de cambio, sin que ninguno haya tenido el coraje de considerar dichos insultos y mandarle a la ducha, en tres años y medio que lleva en España.

Unas desconsideraciones e insultos que también ha venido haciendo extensivos hacia jugadores rivales, a los que en muchas ocasiones ha insultado públicamente. Curiosamente, en una de esos episodios, Suárez sí fue sancionado con dos partidos cuando en otro partido de Copa del Rey, en esta ocasión en 2015 y también ante el Espanyol, el charrúa llamó “desecho” y “despojo” a los jugadores espanyolistas.Pero salvo esta honrosa excepción, el uruguayo vive instalado en la más absoluta impunidad.

Claves de la impunidad de Luis Suárez: Comités y Prensa, cómplices

¿Y qué o quién ayuda a Luis Suárez en esta impunidad? Muy sencillo. Lo primero y más importante, su camiseta. De la misma forma que los datos de expulsiones en contra y a favor del Barça (que recordemos lleva casi ¡100 partidos! con apenas una expulsión en contra) son una anomalía estadística, también lo es el que Suárez goce de indulgencia plenaria a pesar de su comportamiento violento en el césped casi a diario.

De hecho, estoy plenamente convencido de que, de vestir otros colores que los azulgrana, Luis Suárez habría incrementado sensiblemente su ya dilatado historial de sanciones y que, por descontado, este sábado no estaría ante el Real Madrid.  Porque Mateu vio la falta y la señaló pero no tuvo valor para mandarle a la ducha.

Un valor del que tampoco han hecho gala ninguno de los comités en España que, a diferencia de sus homónimos en otros países, nunca quiso entrar a valorar de oficio el contenido de las acciones del uruguayo, muchas de ellas peligrosas como la vivida este mismo domingo en el Nou Camp, sin ir más lejos.

Pero por otro lado, tengo más que claro que, como en otros escándalos que nos azotan como el Caso Soule y los desmanes de 30 años de Villarato, nada de esto sería posible sin el silencio cómplice de la prensa deportiva española, tan acostumbrada a mirar para otro lado y blanquear sus actos.

Lejos de tachar a Suárez como lo que es, un tipo sucio y antideportivo como no veía desde los tiempos de Javi Navarro y Pablo Alfaro, ningún periodista español cuestiona las formas de Suárez en el campo ni lo antideportivo de sus acciones. Todo lo más se dice de él que es un tipo “canchero” y “fogoso”, pero sin ninguna consideración peyorativa adicional, a pesar de que no hay fin de semana en el que no protagonice una jugada polémica con algún rival.

La diferencia de trato informativo que hay entre las acciones de Suárez y las de otros jugadores, especialmente si son del Real Madrid es abismal. Recuerdo la persecución mediática a un jugador como Pepe, al que la globalidad de la prensa patria -y no sólo la de Barcelona- llegó a exigir su salida de la Liga española y su excomunión a divinis del mundo del fútbol. Muy en la línea de lo que la prensa española está haciendo desde hace un año aproximadamente con Casemiro.

Mientras que para los comentaristas nacionales nuestros jugadores dan “patadas de niñato” como calificó Carlos Martínez, el ínclito “Pelopincho” del Plus, una patada de Isco sin balón, merecedora sin duda de cartulina roja, en un Real Madrid-Atlético de Madrid de Copa, este mismo locutor se deshacía esta mismo domingo en excusas, intentando hacernos ver que el salvaje codazo de Luis Suárez a Schär en el Barça-Depor era un mero encontronazo fortuito en la disputa del balón.

Es más, cuando Abdennour y Filipe Luis osaron publicar en sus respectivas redes sociales el resultado de cruzarse en su camino con la “fogosidad” de Suárez, en vez de criticar la violencia con la que se empleó el charrúa, la prensa española cargó contra ambos futbolistas, acusándoles de romper ese sacrosanto principio de “lo que pasa en el campo se queda en el campo” y hacer público algo que los árbitros ni siquiera consideraron tan relevante como para hacerlo constar en el acta.

En este sentido, el descaro de la prensa del Régimen es tal, que yo mismo he llegado a leer y a escuchar con estos ojos y oidos que un día se comerán los gusanos, que Suárez era víctima de una persecución arbitral y que mientras él cría fama, “otros” (en clara alusión a Cristiano Ronaldo) se han dedicado a cardar la lana…

Ofende, pues, la intención de gran parte de de la prensa española de equiparar a Suárez con Cristiano Ronaldo, sobre el que quieren imponer la falsa idea de una impunidad inexistente. Al portugués le han tachado de todo y por su orden e incluso han jaleado todas la sanciones que ha sufrido desde que llegó en 2009 al Real Madrid.

Porque a diferencia de Suárez, el portugués no sólo ha sido expulsado hasta en seis ocasiones por distintas acciones, sino que ha sufrido en sus carnes todo el rigor de la justicia deportiva española que, tras los cinco partidos a los que fue sancionado tras la ida en la Supercopa de España este mes de agosto, ha visto cómo se ha perdido nada menos que 15 partidos a causa de sus expulsiones.

Es más, y como dije antes, con Cristiano Ronaldo hemos llegado a ver cómo un árbitro como Ayza Gámez falseaba un acta para agravar su sanción hasta los tres partidos, tras una refriega con Gurpegui que le costó la roja en un Athletic de Bilbao-Real Madrid en febrero de 2014.

Una diferencia de trato tan miserable como increíble porque, siendo como es el portugués un jugador de sangre caliente al que las defensas rivales suele castigar a modo en cada partido, en ocasiones impunemente, jamás ha protagonizado acciones deliberadas como las que una y otra vez nos deja Luis Suárez en los campos españoles.

Al menos desde que está en España, jamás ví a Cristiano Ronaldo pisarle la espalda a un jugador que está en el suelo ni dejar los tacos de su bota impactados en la pierna de un rival, como sí le he visto hacer a Suárez, sin ir más lejos esta misma temporada en un Getafe-Barça o como hizo con Filipe Luis. Y las pocas veces que el portugués se pasó de la raya fue contundentemente castigado.

En definitiva, que este sábado se disputará un Clásico que, a diferencia de otros en los que la adulteración se ha producido durante el partido merced a decisiones arbitrales a favor de los azulgrana, este partido ya comienza adulterado una semana incluso antes de que el colegiado pite el inicio.

Esperemos que Luis Súarez al menos no tenga su día y encima tengamos que lamentar que el agresivo delantero uruguayo nos haya marcado un gol porque será la constatación de un hecho objetivo y es que tenemos la Liga más corrompida del mundo occidental.

 

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