Celta 1-3 Real Madrid: “Viejos arbitrajes, nuevos triunfos”
El Real Madrid se ha traído tres puntos de auténtico oro de Balaídos, en un partido en el que la contundencia del resultado puede resultar un tanto engañosa, no tanto por los merecimientos de un Celta, que apenas sí tiró a puerta y creó peligro, sino por la sensación de que el arbitraje nos la iba a jugar, como así fue de hecho cuando Iago Aspas pudo haber empatado en un golpe franco por una falta inexistente de Modric por el pecado de lesa patria de dar un pase.
Melero López, el mejor… del Celta
El arbitraje de hoy, sibilino a más no poder y permisivo con la violencia mostrada por los de Coudet durante todo el encuentro unido al ya sempiterno desigual trato con las tarjetas, estuvo a punto de sacar a los de ZIdane de quicio y, con ello, del partido.
Baste el detalle que el Celta ha acabado con 23 faltas, 23 y apenas tres amarillas mientras que el Real Madrid, al que cada entrada al suelo era tarjeta, acabó con cuatro amonestaciones a pesar de haber cometido 13 infracciones, esto es, casi la mitad de infracciones.
Sumémosle a ese número ingente de faltas, muchas de ellas de amarilla o incluso de roja directa (como el pisotón de Hugo Mallo al tobillo de Kroos en el minuto 2, que pudo haber desgraciado al alemán y que, por cierto, no fue ni tarjeta), las que no pitó, como un agarrón de Aarón a Fede Valverde en la primera mitad, cuando éste se iba solo por la banda hacia el área y que ni siquiera señaló como falta.
En condiciones normales y, con otro árbitro, muy probablemente el partido habría tenido menos emoción ya que, desde luego, y como ya pasó el día del Real Madrid-Levante con Medié Jiménez, es francamente difícil desplegar tu juego si cada ataque es frenado con una patada o un agarrón impune de un rival, al que le dejan llevar al extremo al reglamento y, por contra, se es extremadamente riguroso contigo.
Sin embargo, el inefable Melero, sí, el del mítico “Todo OK José Luis”, que dejó de pitar aquel clamoroso penalti de Rulli a Vinicius en la temporada 2018/2019, ha demostrado que eso de jugar bien está por encima de errores arbitrales es tan falso como que hay limpieza en esta Liga, cada día más podrida y peligrosamente preparada, que diría el “Clásico”.
Si la falta de Iago Aspas desde la frontal del área hubiese entrado en vez de haberse escorado unos centímetros a su derecha tras rozar la cabeza de Casemiro, ahora mismo probablemente estaríamos lamentando la pérdida de otros dos puntos, que añadir a una nómina interminable de puntos perdidos esta temporada y que, tal y como se están desarrollando los acontecimientos en la Liga, harían que ahora mismo pudiésemos liderar la clasificación con una cómoda distancia sobre el resto.
Dominio abrumador del Real Madrid en la primera parte
Pero ciñéndonos al partido, hay que decir que Zidane abandonó en 5-3-2 que tan buen resultado le dio ante el Atalanta para volver a una especie de evolución de su 4-3-3, en el que Fede Valverde, la novedad de la alineación ocupaba un puesto de “comodín” entre el extremo derecho y el centro del campo, aunque sin demasiado éxito, todo hay que decirlo…
El Real Madrid salió desde el primer minuto a por el partido y, con un trato de balón casi exquisito, moviendo la pelota con rapidez y en apenas uno o dos toques, se plantaba rápidamente en el área celtiña, evitando la fuerte presión de sus delanteros y centrocampistas.
A los cuatro minutos, ya avisó Vinicius ganando la espalda a la defensa y adelantándose a la apresurada salida de Villar pero el brasileño se escoró demasiado y perdió un tiempo precioso para haber aprovechado que la meta del Celta estaba vacía y acabó perdiéndose una buena oportunidad.
Aunque es verdad que no había ocasiones claras pese al constante asedio madridista, especialmente los que se volcaban por la derecha, con constantes desdoblamientos entre Fede Valverde y Lucas Vázques y más discretamente por la izquierda, con un Vinicius que, aunque lo intentaba, no le salía casi nada, mientras que Benzema, como un verso suelto, hacía y deshacía a su antojo incrustado entre la medular y el ataque madridista.
A los pocos minutos, con el Real Madrid dominando a placer, se hizo con el control absoluto del partido, con una gran presión sobre la salida de balón de la defensa celeste, que sufría para dar tres pases seguidos antes de perder rápidamente la pelota.
En el minuto 20, y fruto de esa presión, Kroos se hizo con un balón en la frontal del área del Celta y se inventó un pase imposible hacia Karim Benzema, al límite del fuera de juego, batió a Iván sin problemas.
Era el justo premio a un Real Madrid dominador que, lejos de pasar ningún susto, daba más la sensación de ir a por el segundo y certificar la victoria por la vía rápida, como así fue apenas 10 minutos más tarde, cuando de nuevo Kroos, se aprovechó de un grave error en la salida de balón de Tapia y asistió a Benzema para que, de nuevo el francés y tras un excelente regate, anotase el segundo tanto de la tarde.
A partir de ese momento, entre que el Celta dio un paso hacia delante y que el Real Madrid acusó cierta -y comprensible- relajación, dado que el partido sólo hacía prever una victoria contundente de los de Zidane, lo cierto es que el dominio abrumador bajó varios enteros.
Sin llegar a crear excesivo peligro, los de Coudet se empezaron a asomar por territorio madridista, llevados de la mano de su mejor hombre, Iago Aspas, el único junto a Denis Suárez con algo de criterio en la circculación de pelota.
Precisamente fue Aspas quien, en la primera ocasión que pisaba el área madridista, asistió con un gran centro a Santi Mina quien, intentándolo de tacón, no acertó a enganchar el excelente pase de su compañero.
Y lo que es el fútbol, cuando todos dábamos por hecho que el partido se iría al descanso con 0-2, una falta de Kroos en la frontal del área en el minuto 40 provocó el gol local. Aprovechando el gran golpeo de Denis Suárez, Santi Mina aprovechó que la defensa se durmió durante unos segundos para adelantarse a Nacho y Varane y enganchar un testarazo que se coló pegado a la escuadra derecha de la meta de Courtois.
Una segunda parte menos vistosa, marcada por el arbitraje
Tras el descanso, el escenario cambió de forma radical, con un Celta mucho más agresivo en la presión, impidiendo a base de faltas que el Madrid pudiese sacar el balón jugado, al menos con la comodidad con la que lo hizo en la primera parte, aprovechando que Melero miraba para otro lado.
No tanto así con las faltas, reiteradas, sino por el exceso de “ardor guerrero” de alguno de ellos (p.ej., Hugo Mallo masacró a patadas a Vinicius, especialmente con un pisotón al tobillo que Melero decidió no sancionar ni con amarilla, mientras que Brais Méndez hacía la propio con Modric, al que le era casi imposible avanzar sin ser agarrado, zancadilleado o ambas cosas.
El partido, desde luego, se pareció poco al de la primera parte. Los de Zidane perdieron el sitio y desde luego se pudo ver a un Celta que tocaba y se acercaba al menos a los dominios de Cortouis que, si bien, no contactaba con la pelota más que con el pie, en los pases atrás de sus compañeros, tuvo que sacar sus guantes a pasear con un durísimo disparo de Iago Aspas desde la frontal en el minuto 62.
Mientras tanto, Melero frenaba una contra del Real Madrid inventándose una mano de Vinicius y dejaba sin sancionar un claro agarrón de Hugo Mallo al brasileño cuando se iba directo a puerta.
Precisamente fue Vinicius quien, en una de las pocas veces que logró romper por velocidad a la adelantada defensa celtiña, rompió a Araújo en una jugada que recordó al inolvidable gol de Bale en la final de Copa de 2014 ante Bartra, y se plantó solo ante Villar. Sin embargo, como en el joven delantero carioca es habitual, volvió a equivocarse y, en vez de rematar, se despachó un mal pase a Benzema, que seguía la jugada, perdiendo todas las opciones.
Con la salida de Asensio al campo en el minuto 71 por Kroos, en un sorprendente cambio de Zidane, el equipo mejoró sensiblemente. Valverde pasó al centro del campo, abandonando la derecha, que quedó reservada al mallorquín y, a falta de un caurto de hora para el final, el Real Madrid recuperó el dominio del partido.
Entre el evidente cansancio vigués y que el Real Madrid se hizo con la pelota definitivamente, empezaron a caer las oportunidades del lado de los de Zidane, con un Benzema especialmente acertado en sus movimientos.
Aprovechando otro nuevo error defensivo, Benzema se plantó ante Villar pero su disparo lo repelió el portero en una buena intervención. Y apenas un par de minutos después, Benzema lo volvió a intentar, en esta ocasión de falta directa tras una alevosa patada a Casemiro en la frontal del área, pero su lanzamiento se fue muy arriba.
Pero Melero López no estaba dispuesto a que el Real Madrid pudiese acabar con tranquilidad el partido y así, en el minuto 82 llegó la jugada más polémica y que bien pudo haberle costado la victoria.
En una jugada aparentemente inocua y sin peligro, Modric sacó la pelota con limpieza pero resbaló y, segundos después de haberse deshecho del balón, arrolló a Tapia y el colegiado, incomprensiblemente, señaló golpe franco a favor del Celta y encima amonestó al croata, que no daba crédito a lo ocurrido.
El lugar elegido, desde luego, no podía venirle mejor a un jugador del talento de Aspas quien ejecutó con maestría la falta pero su lanzamiento acabó por impactar contra el poste derecho de la meta de Courtois. tras rozar levemente en la cabeza de Casemiro, y el rechace se marchó directamente fuera.
Aquello fue un aldabonazo para los de Zidane que, ante el cariz arbitral que estaba tomando el partido, decidieron que ya no pasarían más sustos y, con una capacidad abrumadora, se quedó con la pelota y, sin arriesgar lo más mínimo, esperó a que transcurrieran los últimos minutos y el posible descuento.
Y así fue, con una gran exhibición de fútbol control y de posesión, salpimentada con algún escarceo de Fede Valverde y de Vinicius, el partido llegó hasta el final del tiempo reglamentario. Pero cuando, transcurridos los tres minutos marcados por Melero López para la prolongación, Benzema se fue como una flecha por la izquierda aprovechando que la defensa del Celta estaba completamente rota y asistió a Asensio para que, en boca de gol, sólo tuviese que empujarla dentro para sentenciar un partido que ya estaba prácticamente decidido.
De hecho, a los escasos segundos de sacar de centro, el colegiado decretó el final, ahora sí, del partido y estos tres importantes puntos volaron para Madrid y dejan a los de Zidane durmiendo en segundo lugar de la clasificación y a tan solo tres puntos del Atlético de Madrid, a la espera de que tanto los rojiblancos como los culés solventen sus difíciles compromisos ante y Real Sociedad en Anoeta, respectivamente.