El Alfa y el Omega

La Liga ha vuelto y con ella el espectáculo, el show, el buen fútbol y los goles. Han cambiado los equipos, las alineaciones, hay entrenadores nuevos y vuelven a Primera equipos como Osasuna y Alavés y debuta en la categoría un equipo como el Leganés, acostumbrado a batirse el cobre en divisiones inferiores pero que nunca había jugado en la élite.

Sin embargo, hay cosas que nunca cambien por mucho tiempo que pasen. Las más importantes, el doble rasero arbitral aplicado sobre el Madrid con respecto a otros equipos y el secular maltrato mediático a las victorias del Madrid, en contraposición a las cataratas de almíbar que destila la prensa con cada victoria azulgrana.

Victorias siempre inmerecidas

Cuando todavía no se han apagado los ecos de los gritos de rabia, los llantos y el rechinar de dientes de la Brunete mediática antimadridista tras la consecución de la ansiada Undécima (y la victoria de la Portugal de CR7 y Pepe en la Euro 2016), la Liga ha vuelto y lo ha hecho de la mejor forma posible para el Real Madrid, con una clara victoria en Anoeta por 0-3.

Pero como era previsible y, como ya ha ocurrido por desgracia en otras tantas ocasiones, el argumentario para la victoria del Madrid ha pasado por lo mismo. La desgana de la Real Sociedad, la falta de ambición del conjunto txuri-urdiñ o, como dijo el inefable Maldini durante la retransmisión, es que “el Madrid domina por inercia”…

El caso es que, por fas o por nefas, todas nuestras victorias carecen del más elemental valor y del más mínimo lustre, hasta el punto que da la sensación leyendo las crónicas o escuchando los comentarios de la Prensa del Régimen, habría que pedir perdón por haber ganado y devolver los tres puntos a nuestros rivales.

Sin embargo, la prensa amaneció el domingo rendida a los pies del todopoderoso Barça y Messi, el único Dios verdadero, del que incluso el propio Sport afirmó que “D10S es rubio”, en una delirante portada.

Asimismo, los resúmenes de TV se regodearon en la repetición de los seis goles que el equipo blaugrana le endosó al Betis, al tiempo que los medios se deshicieron –y aún siguen 48 horas después– en un no parar de elogios sobre la egregia figura del delantero argentino.

Curiosamente, ningún periodista, ni de televisión ni de radio ni prensa escrita, tuvo la osadía de dudar del compromiso del Betis para con el partido, aun cuando como en tantas ocasiones y otros tantos equipos que van al Nou Camp o reciben la visita del Barça, no dudasen en considerar que ese partido no era “de su Liga” y que, por tanto, no había ni siquiera que comparecer.

Más bien todo lo contrario. Elogios y parabienes interminables acerca del excelso fútbol culé, generalmente en contraposición al de un equipo  -el Real Madrid, por supuesto- cuyo entrenador no sabe de esto ni se sabe en absoluto a qué juega, a pesar de los títulos (por descontado, injustamente conseguidos).

Y que conste que esto no lo digo yo, lo dijo el propio Gustavo Poyet quien, en la rueda de prensa celebrada después del partido afirmó abiertamente “Nuestra Liga empieza el viernes (en referencia al próximo partido del club sevillano, contra el Deportivo de La Coruña). Sería injusto analizar qué Betis veremos este año después del partido de hoy. Como entrenador disfruto con Messi”. 

Sin duda, toda una declaración de intenciones acerca de qué Betis pudimos ver el sábado sobre el césped del Nou Camp.

Pero nadie tuvo el valor, ni siquiera la intención, de poner esto sobre la mesa y se alabó el fútbol culé de la misma forma que un turista elogia la grandeza del Monasterio de El Escorial o del Taj Mahal.

Esto, que no pasaría de ser algo anecdótico, sin embargo, es algo que ya ha empezado a tomar tintes de una auténtica Dictadura, la famosa Dictadura Nacionalbarcelonista que el presidente del RCD Espanyol ya denunció hace un año, aunque sólo fuese para Cataluña.

Los periodistas –y algún que otro ex-futbolista despistado metido ahora comentarista deportivo– ya no se paran en barras y siguen con su cruzada evangelizadora, por la cual no hay más fútbol que el del Barça.

Como el Sport tituló en su crónica, “El Fútbol empieza y acaba en Leo Messi” o como afirmó tajantemente en su twitter el ex-jugador argentino Diego Latorre, “El fútbol que nos gusta a todos es el del Barça”.

Así pues, ellos son el Alfa y el Omega del fútbol mundial, fuera de ahí no hay más, salvo las tinieblas exteriores y el frío del abismo, encarnados en el fútbol del Real Madrid. Ellos, que ya inventaron el “fubpol” con Xavi Hernández y Guardiola, son el Finisterre del deporte rey mundial. Más allá de ellos, la nada…

Además, el que no comulgue con esta nueva especie de religión laica, debe morir achicharrado en la plaza pública del Twitter, las tertulias radiofónicas o en los Chiringuitos de turno, acusado de apóstata o infiel.

Y lo peor, es que esta coletilla ha empezado a calar, no sólo en el periodismo español, plagado de líricos y apologetas del tikikaka, sino más allá de nuestras fronteras. El citado caso de Diego Latorre es, sin duda, el más palmario.

El doble rasero informativo arbitral

Volviendo doble rasero informativo, es sorprendente la forma en la que, especialmente a través de los resúmenes de la TV y de algunas radios, se hurta la realidad a los espectadores y se trasluce una realidad inexistente.

Esta doble vara de medir se puede apreciar a la hora de mostrar los resúmenes de los partidos y los comentarios arbitrales, algunos de ellos realizados por ex-árbitros, en especial a la hora de enjuiciar la labor de los colegiados durante los partidos.

Gente para la que, sin ir más lejos, la labor de Undiano Mallenco en el Nou Camp fue calificada en su mayoría como “impecable” a pesar de algunas cosas que se vieron allí.

Sin querer afirmar en modo alguno que el arbitraje hubiese tenido nada que ver en el resultado final, sin ir más lejos, durante el Barça-Betis se produjo un codazo bastante feo de Jordi Alba sobre el rostro del bético Petros, que mereció sin duda la tarjeta roja (o al menos una amarilla) pero que Undiano Mallenco dejó sin señalar.

Pues bien, dicha acción, producida cuando el partido aún iba con empate a uno en el marcador, ha pasado inadvertida para la mayoría de los medios y apenas sí se ha dejado ver en algún reportaje, casi de forma furtiva.

Como lo fue el hecho que el Barça cometió tres faltas más que su rival (16 frente a 13) pero se fue con dos amarillas menos que el Betis y, lo más sorprendente, con una altísima valoración generalizada por parte de los medios sobre la labor del polémico Undiano.

Por el contrario, el Real Madrid sufrió un Anoeta un nuevo arbitraje infame, en este caso perpetrado por Martínez Munuera. El colegiado valenciano hizo un despliegue absoluto de doble rasero arbitral, tolerando un, llamémosle así, “exceso de ardor guerrero” de los jugadores donostiarras. Agarrones y placajes más propios del rugby que se fueron al limbo o que, aun siendo señalados se quedaron sin sancionar con más rigor disciplinario.

Es más, con un desequilibrio brutal en las faltas (21 de la Real frente a tan solo 11 del Real Madrid), el equipo blanco acabó con las mismas amarillas que los jugadores blanquiazules, siguiendo esa ley no escrita de que la primera falta del Madrid (y generalmente del partido) será para un jugador del Madrid.

Por si fuera poco, se le reclamaron dos penaltis, uno en cada área. Uno más que discutible de Carvajal a Markel Bergara y otro, en mi opinión bastante más evidente sobre Morata. 

Baste como muestra un botón. En ninguno de los casos el colegiado pitó penalti pero en el caso del jugador donostiarra la jugada siguió sin más pero en el caso de Morata, el delantero madrileño se fue con una amarilla por simular la caída.

Pues bien, a pesar de todo lo ocurrido, apenas sí pudimos ver repetida la jugada de Morata mientras que la de Bergara fue repetida con todo lujo de detalles (incluso una ampliación del área de la jugada) y, por descontado, que ésta fue la que se pudo ver en todos los resúmenes televisivos.

Pero es que, para más inri, tuve que tragarme el sapo de escuchar a todo un ex-árbitro como Raúl García de Loza afirmar con rotundidad que la labor de Martínez Munuera fue buenísima, con la salvedad del penalti no pitado a la Real. 

Una opinión que, dicho sea de paso, no fue desmentida por nadie de los ahí asistentes y que fue dada por buena por todos.

Un auténtico insulto, sobre todo visto lo visto sobre el césped de Anoeta pero que, finalmente ha sido la idea que se ha deslizado una vez más por la prensa.

De esta forma se da a entender y se desliza sibilinamente que el Madrid, una vez más, ha sido ayudado por los árbitros, de modo que se desluce por enésima vez nuestro triunfo y se mancha de nuevo con la sospecha de las ayudas arbitrales.


¿Hasta cuándo?

Lo peor de todo es que no le veo solución ni a corto ni a medio plazo a esta situación tan injusta, a menos que el Real Madrid como institución haga lo que hace el FC Barcelona en cuanto sufren dos empates consecutivos.

Esto es, montar una rueda de prensa presidencial y desatar una campaña de acoso y derribo contra el estamento arbitral. Además del conocido “rondo infernal” en el que cada partido, los jugadores culés rodean amenazadoramente a los árbitros cada jornada cuando hay una decisión que no les interesa.


El problema está en que, desgraciadamente, hoy por hoy no veo al Madrid por la labor de dar ese puñetazo encima de la mesa y reclamar públicamente el respeto que nuestra institución y nuestra historia merecen.

No mientras personajes como Emilio Butragueño aprovechen sus comparecencias ante la Mónica Marchante de turno casi para pedir perdón por haber ganado y, si me apuras, por existir, en vez de reclamar justicia y un trato igualitario para nuestro equipo, tanto a nivel mediático como sobre todo institucional.

Mientras que en el club no identifique como prioritario y ponga el foco en este frente institucional, como sí que lo ha hecho –a Dios gracias- en el mediático (reforzando su televisión y atizando a los grandes gurús del periodismo a través de su programa estrella “90 Minuti”), ganar la Liga de nuevo va a ser misión casi imposible.

Tal y como está el patio, o hacemos una competición casi perfecta, con un “puntaje” igual a superior a los 100 puntos de la Liga de Mourinho o lo tendremos en chino para volver a ir a Cibeles para celebrar la 33ª.

Así pues, preparémonos para lo que viene porque las cosas, lejos de cambiar, seguirán como siempre. Al menos hasta que el club decida dar un volantazo de una vez y seamos, por fin, respetados como merecemos.

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