Madridistas en Qatar: Adiós al sueño mundialista de Modric, que cae ante Argentina

Luka Modric se abraza con Lionel Messi al inicio del partido entre Argentina y Croacia

Hoy ha sido un día triste para el fútbol porque, con casi total seguridad será el penúltimo día que veamos a Luka Modric jugando en una Copa del Mundo.

La  contundente derrota por 3-0 de Croacia ante Argentina, no exenta eso sí de polémica arbitral,  ha puesto punto final al sueño mundialista del pequeño país europeo. Pero sobre todo de Luka Modric, que a sus 37 años se ha quedado a las puertas de poder jugar su segunda final consecutiva.

Un nuevo y polémico penalti abrió la lata para Argentina

En primer lugar, hay que decir que la Argentina de Messi fue superior en conjunto al equipo balcánico, con un muy buen partido del astro sudamericano, pero hay que decir que cuando juegas a favor de obra, con la «lata» abierta y con ventaja en el marcador, todo es mucho más fácil. Y es que, hasta el primer gol, Croacia estaba siendo infinitamente mejor que Argentina.

El equipo croata tenía el balón, recuperaba muy bien y sobre todo muy rápido y tocaba bastante cómodamente, mientras que los argentinos se limitaban a correr detrás del balón. Durante más de 25 minutos, el partido estuvo perfectamente controlado por Croacia. aunque es cierto que sin generar peligro en la meta de «Dibu» Martínez.

Sin embargo, llegados a la media hora se produjo la jugada que cambió por completo el rumbo del partido. En el primer y único fallo defensivo hasta ese momento de la defensa croata, Julián Alvarez la ganó la espalda a la defensa y se plantó solo ante Livakovic.

Un penalti muy dudoso sobre Julián Alvarez le sirvió a Argentina para ponerse por delante en el marcador

El argentino se precipitó en la finalización e intentó picar el balón por encima del portero croata, que había salido a tapar puerta. Tras rematar muy forzadamente, el delantero, que iba en carrera, se topó con el meta al que arrolló en su salida.

En ese momento y de forma sorprendente, Orsato, el árbitro italiano, decretó la pena máxima, ante el estupor y las protestas de los croatas, que no daban crédito porque en modo alguno pareció una jugada punible y que el VAR, por cierto, tampoco rearbitró.

De hecho, la sensación que dio en todo momento es que la jugada no pasaba de ser lance del juego, sin más trascendecia y que el derribo, además de imposible de evitar, venía más de la intención de Julián Alvarez de chocar con Livakovic, que ocupaba su espacio natural y en modo alguno hizo por derribar al atacante, que al revés.

El caso es que, protestado o no ese penalti, Messi ejecutó con maestría el lanzamiento, con un durísimo disparo a la escuadra izquierda de Livakovic y anotó su quinto gol del campeonato ( el tercero desde el punto de penalti).

Un tremendo golpe moral para el conjunto arlequinado, que perdió por completo el dominio del juego y, lo que es peor, la concentración. Así se pudo ver a los cinco minutos, cuando un córner pésimamente botado desde la derecha de la meta de Argentina acabó convertido en una contra fulgurante llevada a cabo por Julián Alvarez.

Luka Modric volvió a ser el mejor del equipo croata, a pesar de la derrota

Con una blandura y una timidez defensiva impropias de una selección que está en la semifinal de un campeonato del mundo, el joven delantero del Manchester City se fue llevando la pelota, y a base de rechaces se plantó ante Livakovic y le batió a media altura.

A esto hay que añadir que el hundimiento croata coincidió en el tiempo con el despertar de Messi, hasta ese momento bastante alejado del área y sin mucha presencia en el juego. El astro argentino dio un recital de velocidad y de alarde técnico, destrozando por completo a Gvardiol, hasta ese momento uno de los mejores defensores del campeonato.

Y con Messi desatado y sin apenas oposición, el partido se puso radicalmente de cara para Argentina, que se fue al descanso acariciando la ansiada final. Eso sí, sin cantar victoria pues todavía seguían con el susto en el cuerpo tras la remontada que le hizo Países Bajos en la fase anterior, dejando escapar un 2-0 que le acabó llevando hasta los penaltis.

Ni Modric pudo evitar el desaguisado croata

Tras el descanso, Croacia intentó despertar con un doble cambio con las entradas de Orsic y Vlasic por Sosa y Pasalic e instantes después, con una tercera sustitución, al entrar otro atacante más, Petkovic por un desaparecido Brozovic.

Pero no era el día. Messi campaba a sus anchas por todo el campo, lejos del área pero muy activo por la zona de tres cuartos generando mucho peligro, y Argentina, muy ordenada atrás, hacía imposibles los intentos de acercamiento de Croacia, que seguía sin acabar de entregar la cuchara.

Modric se mostró tremendamente crítico con el árbitro del partido, el italiano Orsato

El golpe de gracia llegó en el minuto 69 cuando Messi firmó una excelente jugada personal. Entró en el área como cuchillo caliente en mantequilla y, tras ganar la línea de fondo, asistió al área pequeña para que, de nuevo, Julián Alvarez batiese al meta croata sin apenas oposición.

Croacia, que hasta ese momento al menos lo había seguido intentando aunque sin éxito (prácticamente no intervino el «Dibu» Martínez en todo este tiempo). tiró definitivamente la toalla.

La clave, el significativo cambio de Luka Modric en el minuto 81.  En ese momento, el mejor de Croacia con diferencia durante todo el partido, salió ovacionado del estadio, ocupado mayoritariamente por argentinos y fans del equipo albiceleste.

Una imagen triste pues todo el mundo asistió al hecho de que esos estaba siendo con total seguridad los últimos pasos de Modric como internacional por su país en una Copa del Mundo, a expensas de lo que pueda ocurrir este sábado en la final de consolación ante el equipo que pierda mañana entre Francia y Marruecos.

Los últimos minutos fueron una fiesta para Argentina, que se dedicó a tocar y a dejar pasar el tiempo, ante la algarabía en unas gradas, que a la espera de que Daniele Orsato pitase el final, ya celebraba por todo lo alto la llegada del combinado sudamericano a una final por sexta vez en su historia y ocho años después de la última, alcanzada en Brasil.

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